HUMANOS
DESECHABLES
Aristóteles
afirmo “La ciudad está compuesta y
formada por hombres diferentes” el espacio que habitamos
colectivamente se transforma constantemente, muta según la ideología y
las reglas que sus habitantes tengan en común, pero esto no implica que cada
individuo sea único e irrepetible la diversidad es usual en la naturaleza humana, pero
en nuestros días las urbes, las calles y demás son cuadriculadas,
creadas solo con el fin de transitar. Salir de nuestro espacio privado el único
donde tal vez seamos nosotros mismos, hasta
un lugar predeterminado donde trabajamos, estudiamos o prestamos un
servicio, somos “útiles” para el mundo, pero si tomamos otra perspectiva y
nos observamos desde muy arriba como nosotros podemos mirar a una colonia de
hormigas, podríamos decir que solo diferimos en que nuestras herramientas son
mas tecnológicas que las de los insectos, pero que al fin y al cabo se utilizan
por el bien de la colonia.
Nuestra
naturaleza demanda que seamos como dice Andrei Leroi Gourham seres fileticos,
étnicos, y estéticos un tema ya mencionado en el texto anterior; las necesidades que como seres inteligentes
tenemos. pero nuestra inteligencia colectiva se ha desarrollado de tal modo que
nos impone nuestras necesidades para que las urdimbres del orden se mantengan,
y que solo seamos uno más en el montón, se irrespeta la inteligencia individual
(aunque debo decir que en algunos casos dudo de que los seres humanos seamos
inteligentes) y lo peor es que lo permitimos sin chistar demasiado, así el
consumismo, el marketing y la publicidad han sido herramientas para jugar con
nuestras sensaciones, y hacernos desear lo que no necesitamos, a tal grado que
lo ponemos primero que lo realmente esencial, como afirma Aristóteles en el
segundo capítulo de la política de la adquisición de los bienes.
“la
cultura es aprendida” como nos lo señalo el maestro Jorge espinosa, en su
lectura sobre el hipertexto de ciudad, entonces aprendemos a comprar y a
consumir, a juzgar y a clasificar para definir nuestro estatus con respecto a
los otros, algo obviamente natural como animales que somos pero maximizado por
el consumismo que aprendemos día a día.
La competencia
por ser mejores no tendría nada de malo si en este proceso las consecuencias y
productos no fueran tan malos y devastadores para lo que consideramos una
persona honorable y distinguida, nos
creemos más que otras personas, por el hecho de tener una mejor vestimenta que
cubre nuestros cuerpos demasiado similares, y que extrañamente parecieran mejores que
otros por que adquirimos productos que nos hacen desear. El consumismo nos
convierte en prejuiciosos de doble moral, pero no solo eso, también tiene sus
implicaciones ecológicas, con su acelerado ritmo por gastar y cambiar a cosas
nuevas, los productos desechables son comunes, la basura que producimos como
especie es absurda, gastamos más de lo que tenemos.
Vivimos
en la era del consumismo y de la homogenización, pero el consumo tiene su
producto y consecuencia como se señalo anteriormente, así podemos afirmar también, que vivimos en
una era de basura y poca identidad, una época desechable, donde somos reflejo
de cada cosa que hacemos y consumimos tanto
individual y colectivamente, entonces consumimos basura, ¿nos convertimos en
basura?, ¿somos acaso humanos desechables?, si no es así ¿por qué los habitantes de la calle son llamados
despectivamente de este modo? Estas personas tan humanas como cualquiera
dedicadas a recolectar los desechos que otros dejan como forma de adaptación, son un
producto de la actual humanidad y su forma de actuar.
Estas
personas podrían ser una versión adelantada de lo que seremos si seguimos con
la forma de vida desaforada y poco
pensante que llevamos, acolitada por los sistemas que tienen el poder, por que
esto solo les dará más poder. Pero que
al final llevara a un colapso. Un colapso del cual ya tenemos evidencias
sociales y ecológicas, y seguimos
obstinados con los mismos sistemas de producción, no cambiamos, no pensamos
distinto, seguimos los lineamientos como
caballos bien enjalmados y que no pueden ver lo que pasa en sus alrededores.
Este texto finaliza de manera muy similar al anterior haciendo una propuesta de
la importancia de mostrar irónicamente
pero también cruda, impactante y casi desagradable nuestros hechos mediante las
herramientas que el lenguaje plástico nos ofrece para llegar a la conclusión de
que la calle debe ser un espacio para la creación del ser, así una excelente
opción para enriquecer esta expresión plástica seria el aprovechamiento de los
recursos que la misma urbe nos ofrece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario